Las mentiras de una familia en crisis
La obra maestra de Tennessee Williams se subía a las tablas del Teatro Guimerá este fin de semana, en esta ocasión con una versión de Amelia Ochandiano. Complicada tarea la de afrontar un texto magnífico (Premio Pulitzer en 1955) que se ha representado en múltiples ocasiones y que tiene una película demasiado carismática para algunos.
Creo que Ochandiano resuelve la tarea de forma más que correcta, con escenas muy conseguidas que compensan algunas que quedan algo más frías. Esta claro que estamos ante un drama familiar en continuo conflicto, donde la mentira, la frustración, la ambición e incluso la represión navegan a sus anchas. De ahí parte una obra donde los personajes están al borde del abismo (Maggie sobre todo) con una intensidad dramática enorme, donde la ironía forma parte de un engranaje lleno de palabras hirientes y punzantes. Los personajes tienen un carga psicológica importante, con lo cual no es fácil la construcción de los mismos quedándote a veces a medio camino, con falta de intensidad. Ochandiano de forma inteligente ha optado por un lenguaje más directo (incluso en momentos grosero) mostrando con crudeza a los personajes y explorando ciertos temas, como la homesexualidad, de manera más abierta.
En cuanto a los actores, las interpretaciones sin ser sobresalientes tienen momentos magníficos, que hacen que la expectación por lo que ocurre en escena se mantenga sin problemas a pesar de ser una obra larga, como más de un espectador se quejaba a la salida del teatro, algo necesario y en lo que no estoy nada de acuerdo cuando te enfrentas a un texto de este calibre. Begoña Maestre, como Maggie, tenía la intensidad suficiente, aprovechando a la vez su físico, para que a través de sus palabras, más que mordaces (sobre todo con su cuñada y sus hijos), y su tensión sexual no resuelta tengamos a una gata que no es capaz de saltar de ese tejado que hierve. Brick, interpretado por Andreas Muñoz, no lo tiene fácil, es un papel complicado donde el tormento ahogado en alcohol debe expresarse casi sin diálogos, salvo en la escena con su padre, magnífica y no se si aventurarme a decir que lo mejor de la obra, hace que este actor que conocimos en “El espinazo del diablo” crezca de manera exponencial. Quizás quien más me ha sorprendido es Jose Luis Patiño, con una presencia en escena contundente, que deja huella a pesar de la escasez de intervenciones, esa rabia contenida (que después no lo es) que tiene hacia su hermano Brick la resuelve con gran eficacia. Sin embargo, Marta Molina (Mae) se queda más a la sombra de su marido y su interpretación queda algo lastrada. Juan Diego, como patriarca de la familia, ineludible su presencia escénica, da al personaje un aire autoritario pero a la vez muy humano (el más con diferencia), que hace que el espectador este de su lado a lo largo de toda la obra, si bien es cierto, que en algunos momentos su voz se perdía en el patio de butacas, sumado al flaco favor de las risas desenfrenadas y sin sentido de algún espectador, cada vez que el actor blasfemaba. La madre interpretada por otra actriz de gran oficio, Alicia Sánchez, también tiene grandes momentos en su afán por proteger a su hijo Brick aunque me hubiera gustado que tuviera más protagonismo.
La escenografía de carácter realista, está a la altura de este enorme texto, Ricardo Sánchez Cuerda divide claramente la escena entre la habitación de Maggie y Brick y la galería exterior, adornada por la fiesta de cumpleaños del patriarca, una metáfora de la realidad y la mentira, que se vislumbra a través de las grandes cortinas que separan la habitación del exterior. La iluminación de Felipe Ramos en momentos, como la tormenta de verano, es magnífica, desembocando en una granizada resuelta con gran eficacia y originalidad.
En definitiva, una versión más que correcta, a pesar de algunas críticas después de su estreno en Madrid, que provocaron en mí cierta desconfianza. Una obra con la que te puedes acercar a conocer esta obra maestra del siglo XX o “revisitarla”, y como siempre darte el gusto de comentar en buena compañía las vicisitudes de una familia en crisis.

