Los caminos del amor son inescrutables
El pasado sábado, nos acercamos al Teatro Unión de Tejina dispuestos a disfrutar una noche de teatro. Hacía mucho tiempo que no visitaba esta sala, que siempre me ha parecido de lo más acogedora. Me alegra, que el Ayuntamiento de La Laguna este llevando a cabo una programación continúa desde hace unos meses, descentralizando así, la actividad del casco lagunero predominada por el Teatro Leal. Siempre he sostenido, que mantener una programación continúa en una sala, crea público, y desde luego esta tiene aptitudes para ello.
Centrándonos en la obra que se anunciaba, como “la última función” (a ver que pasa con los programadores), “A la mierda con cupido” cumplió su cometido: Pasar un rato agradable y que el público saliera con una sonrisa. No creo que hubieran más pretensiones que esas. “Cliché Teatro” es una compañía surgida de las “Escuelas de Teatro” del Cabildo de Tenerife, o sea, que podemos decir, que entra dentro de ese, a veces mal llamado “teatro amateur”, mal llamado porque a veces los esfuerzos de estas compañías por salir a escena son tan grandes, que sus logros pueden ser superados por los de una compañía, digamos, más profesional. Esta circunstancia, hace que siempre, como espectador exigente, valore desde otro punto de vista las representaciones de este tipo, llevándome muchas veces sorpresas, más que agradables y otras, sinceramente, nada a destacar.
En este caso, utilizando las claves de una comedia de enredo (“amatoria”), “A la mierda con cupido” nos muestra, en una hora, que los caminos del amor son inescrutables. Del encuentro entre dos hombres, supuestamente “heterosexuales”, las citas entre ellos, y la supuesta ex-pareja/pareja actual del otro, junto a una camarera, que en un principio parece una “Celestina” ajena al enredo, transitamos por la delgada línea, entre los amores “ciegos” y los no tan “ciegos”, “el quiero y no puedo”, pasando por esos corazones, que son capaces de compartirlo todo, lo que se dice “todo”. En estas lides, los actores mantienen el “vodevil” de buenas maneras, sin sobresaltos y centrando la atención del público. Y aquí quiero destacar los personajes masculinos, donde se aprecia cierta “vis cómica”, que facilita el desenlace de la obra. Oliver Escobar arranco bastantes risas entre el público, con algunos “tics” para nada forzados. Además es cierto, que como siempre digo, las buenas vibraciones del equipo actoral se percibieron en la platea y eso hizo que el conjunto no desmereciera. Por otro lado, la escenografía aunque sencilla (un bar situado en cualquier sitio) era de lo más efectiva y equilibrada, con lo cual cumplió su objetivo.
Desde luego, el público termino levantándose de sus butacas, al ritmo de un “Cupido” travieso y picarón, que nos llevaba junto a los actores, al infierno (“momentazo” “Highway to hell” de AC/DC). El infierno de la “deshinibición”, “desenfreno” y casi “lujuria”…bueno no tanto…pero que salimos con buenas vibraciones y con sensación de haberlo pasado bien, pues sí, para que negarlo.
