Sobrevivir

 In Críticas

Ya lo decía Chevi Muraday en una conversación informal, mantenida a la salida del Teatro Guimerá, el pasado sábado: “Sobrevivir ante la situación que vive la escena contemporánea, sobre todo debido a el cierre de espacios escénicos de creación”. Ese es el punto de partida de “En el desierto“, que aunque en un primer momento el propio Chevi nos recibe con los brazos abiertos en el patio de butacas (con “Rigoletto” de fondo), una atmósfera asfixiante va rodeando al espectador mientras los muros de “ese desierto” se acercan y nos abocan a la desolación y aridez.

A lo largo de la obra vemos como el proceso creativo se ha nutrido, no solo de danza, sino de teatro, donde los textos de Pablo Messiez y Guillem Clua nos acercan a la supervivencia de los personajes, en medio de un ambiente hostil. Cada personaje evoca a otros aún mayores y reconocibles, como Ernesto Alterio (un pianista “quijotesco”), Ana Erdozain (un ser frágil, quizás huyendo de un campo de exterminio), Sara Manzano (la maldición y la perdición la rodean, herencia del mito de Apolo), David Picazo (el voyeur, que vive con miedo), Maru Valdivielso (una inconformista Antígona), Alberto Velasco (el ser en un cuerpo equivocado) y el propio Chevi Muraday (el universo del Rey Lear a través de la sonrisa). Todos transitan en el desierto y se van encontrando, aprendiendo a convivir para poder sobrevivir, algo totalmente reconocible en el espectador, o nadie se ha sentido, alguna vez, en medio de un desierto sin saber que rumbo llevar o simplemente no tenerlo. Cada personaje tiene su propia “isla” (al menos a mi me lo parecía), y jugando con una escenografía potente y una iluminación muy cuidada, esas “islas” serán una sola. Hay esperanza. Hay luz (luciérnagas, como símbolo).

En ciertos momentos, la perfecta conjunción de actores en movimiento, escenografía y luz hace que estemos ante unos personajes salidos de un lienzo (me pareció asistir a “La última cena”), lo que convierte a “En el desierto” una obra “artística” desde muchos ángulos…hasta el oblicuo (haciéndonos ver la dificultad del transito en condiciones adversas).

Quiero decir, que es una pena que el patio de butacas no se llenara para ver una propuesta tan especial y rara de ver en este desierto, al que por desgracia, nos estamos acostumbrando. Esperemos que Muraday nos visite de nuevo con alguna de sus propuestas interesantes, como “Cenizas“, que se puede disfrutar ahora mismo en “La casa de la portera” en Madrid, interpretada por Muraday y Alberto Velasco (tremendo como “la gitana” en el cuerpo equivocado). La obra esta nominada a los Max en dos categorías, mejor espectáculo de danza y mejor bailarín Chevi Muraday.

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