“Igra” y el juego del deseo

 In Críticas

Ha vuelto a Tenerife la compañía madrileña Kor´sia para presentarnos “Igra” (Juego). En 2019 recalaron en Auditorio de Tenerife con “The Lamb” una maravilla que bucea entre lo sagrado y lo profano.

En “Igra” vuelven su vista otra vez al pasado para darle contemporaneidad. Realmente es una reflexión sobre el ballet “Jeux” (1913) de Vladimir Nijinsky. Los lazos entre el coreógrafo ruso y su hermana Nijinska que pertenecieron al grupo de Bloomsbury dieron lugar a una nueva moral donde la libertad (incluida la sexual), la destrucción de los convencionalismos y una educación purista se daba de bruces con la época histórica que les toco vivir.

Los directores artísticos de Kor´sia, Antonio de Rosa y Mattia Russo, en su fascinación “nijinskiana” nos llevan a ese momento histórico y clave que a pesar de todo sigue presente en la sociedad actual donde la doble moral sigue campando a sus anchas. Todo se convierte en un “juego” poniendo el foco en lo que en su momento fue castigado y ahora es alumbrado con enorme sensibilidad.

La pelota es el hilo conductor del deseo

El aspecto visual, siempre cuidado al extremo en la compañía, es fundamental en “Igra” donde la plasticidad se incorpora a la piel de los bailarines. El tenis como dualidad toma protagonismo en gran parte del montaje (como lo es en la obra de Nijinsky). La pelota es el hilo conductor del deseo y de cierta tensión sexual no resuelta. Un juego entre lo masculino y lo femenino, entre parejas y en grupo que en la parte final de la pieza se traslada a un estudio “documental” del comportamiento del bonobo (el simio más parecido al hombre y con una actividad sexual de tremenda trascendencia social).

La música electrónica con ritmos muy marcados se sucede entre piezas clásicas, coros o incluso el “Stormy weather” de Etta James. Hasta el sonido de la pelota contra la raqueta es usado para perfilar los movimientos con enorme acierto. Por otro lado la iluminación tiene un protagonismo elevado en tonos rojizos, blancos y amarillos. Y los claroscuros evidencian la confrontación entre los cuerpos, en distancias largas y cortas.

Es curioso como “Igra” empieza y acaba con un solo (primero ella y luego él, ambos bárbaros) que dice mucho del comportamiento humano. A pesar de coexistir con su misma especie y relacionarse acaba sumido en la soledad. Y rizando el rizo quizás el hombre le va a tocar asumir estar solo frente a la mujer de ahí que primero lo estaba ella y ahora lo estará él. Los tiempos cambian o quizás no tanto. ¿Qué hubiera opinado Nijinsky de este devenir del ser humano en pleno siglo XXI?.

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