El oficio de actor
Este mes de mayo, que está a punto de finalizar, nos ha traído algunas de las mejores propuestas teatrales de los últimos meses (y de los que vienen, porque se acerca el verano y la sequía “cultural” en este aspecto. Sólo el que esté ávido de artistas musicales “latinos” se verá compensado).
Dos de esas propuestas se han acercado al Teatro Guimerá, en un intervalo de una semana (algo que ha provocado, unido a otras propuestas culturales, como el Festival Mueca, que el aforo del teatro no estuviera completo, a pesar de ser una única función en ambos casos). Obras muy distintas, pero donde el oficio de actor destaca de forma significativa. Se trata de “Continuidad de los parques” y “Jugadores” .
La primera es un sucesión de 8 historias, que tienen lugar en un parque (cualquiera), tan bien logrado, que el olor a césped se percibe desde el patio de butacas. Unos 20 personajes son recreados a lo largo de la obra, unos más conseguidos que otros, mostrándonos una obra “fresca”, amena y que el público disfruta de buen agrado. El encuentro entre los personajes, desde un borracho (enorme Luis Zahera…juraría que me lo veo en un parque y vamos, no tiene que hacer muchos esfuerzos para creérmelo) hasta un barrendero, pasando por los “felices” y los no tan “felices”…todo en un tono que deambula, entre lo racional y lo no racional, creando situaciones que nos llevan al “absurdo” (original y poderosa la pieza “Yegüas en la noche”). Los actores nos hacen ver, que se han tomado casi como un juego, este ir y venir de encuentros y desencuentros. Roberto Álvarez (quizás, el que menos se lució, pero no por ello menos importante), Fele Martínez (muy Buster Keaton), Gorka Otxoa (muy a tener en cuenta este actor conocido por su papel en “Pagafantas”) y Luis Zahera (para mí la sorpresa de la obra) nos llevan a situaciones “incomprensibles” que se convierten en cercanas, con un humor ágil y sorpresivo. Decir que el director, Sergio Peris-Mencheta (que además ha hecho la adaptación de la obra de Jaime Pujol) demuestra su buen hacer en las tablas después de dirigir “Incrementum”, “Tempestad” o la laureada “Un trozo invisible de este mundo”.
La segunda es una historia concisa, casi una comedia negra, donde cuatro amigos aficionados al juego, tramaran un plan para arreglar (o terminar de fastidiar) sus vidas. Los personajes no tienen nombre, pero no hace falta porque enseguida el espectador se identifica con ellos. Aquí lo mejor del oficio de actor está presente en todo momento, ya que tenemos cuatro actores de larga trayectoria. Un actor en paro cleptómano (Luis Bermejo), un enterrador obsesionado con una prostituta ucraniana (Ginés García Millán, en un papel muy distinto al que nos tiene acostumbrado, más “macarra” y al que se enfrento con una molesta afonía), un barbero en paro cansado de su mujer (Jesús Castejón, actor que por fin veo en un escenario y que no defraudó) y el profesor de matemáticas expulsado por agredir a un alumno (grande, grandísimo, Miguel Rellán). Desde luego, el trabajo de estos actores hace que la obra se pueda asumir sin sobresaltos porque no hay muchas sorpresas y la historia es bastante verosímil. De resto, escenografía y luces son correctas pero sin llegar al nivel de este elenco actoral que demuestra con mucha naturalidad su oficio en las tablas.



