“El último viaje de Galdós”: Sensibilidad apasionada
Puro teatro lo vivido el pasado día 16 en el Teatro Leal de La Laguna. La experiencia única de “El último viaje de Galdós” de Una hora menos Producciones inundó cada rincón del teatro lagunero.
La propuesta es el último encargo, bajo el paraguas del Bienio Galdosiano que ha fomentado el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria, después de “Ana, también a nosotros nos llevará al olvido” y “El crimen de la Calle Fuencarral”.
La obra surca las últimas y frías horas de Benito Pérez Galdós. El espectador formará parte de un viaje a través de las entrañas del teatro que desembocará en un triste pero a la vez catártico final en el patio de butacas. De la Sala de Cámara a los bastidores, de allí a la “entreplanta, pasando luego por el bar y el “gallinero” lugares donde irán apareciendo los fantasmas de Benito mientras oímos sus lamentos desde el proscenio.
Cinco actrices que elevan la importancia de la mujer en la vida de Galdós
El texto de Laila Ripoll y Mariano Llorente retrata con sensible humanidad un Galdós moribundo, hastiado en el frío y en la fetidez de la muerte que busca el perdón de las mujeres que marcaron su vida. Su primer amor Sisita (Alicia Ramos), su madre Dolores (Lili Quintana), la actriz Concha Catalá (Marta Viera), la escritora Emilia Pardo Bazán (Ruth Sánchez) y la amante Lorenza Cobián (Maday Méndez) reclaman su sitio en la vida del escritor. Junto a ellas el señor circunspecto (Jose Luis Massó), secretario de Galdós que acabó sus últimos días en un manicomio.
El cuadro actoral es admirable. Desde la inocencia de Alicia Ramos a la terquedad de Lili Quintana encorvada hasta en el último resquicio de su cuerpo pasando por la desesperación de Maday Méndez o la entereza de Ruth Sánchez junto a Marta Viera que sobre una pierna sostiene a esa dama del teatro apasionada y algo delirante que se aferra a Galdós en sus últimos minutos de vida. Estas cinco actrices hacen que el montaje eleve la importancia de la mujer en la vida del escritor gran canario.
Un montaje de triste ternura
Por otro lado Jose Luis Massó se enfrenta con audacia a un personaje poliédrico y alterado, consecuencias de una sesión de espiritismo, un juego de personajes convertido en deleite. Sin olvidar a nuestro escritor protagonista interpretado por Rubén Darío, en un notable esfuerzo físico que retrata con crudeza el estado del personaje.
Y después el espacio escénico, creado por Mario Vega, inundado de telegramas que brotan del peine para llegar incluso al patio de butacas. Comunicados asfixiantes (que se alzan sin perdón) representando lo más oscuro de la España galdosiana, la que le negaba el Premio Nobel, la que rechazaba cambiar el mundo que vivía.
Destacable también el vestuario de Nauzet Afonso, de trajes raídos y cobrizos que realzan el carácter fantasmal de los personajes junto a la iluminación de Iban Negrín que navega entre rojizos, ocres y azules que evocan el cielo y el mar.
“El último viaje de Galdós” es un montaje lleno de emotividad que lleva al espectador a descubrir las bambalinas del teatro y del propio escritor a través de sus miedos, sus anhelos y sus pasiones. Teatro que se sumerge en el alma en tiempos fríos y extraños.