El vuelo de “Antoine” entre sueño y realidad

 In Críticas

El pasado fin de semana arrancaba el Festival CAE con el estreno oficial (tras un previo en San Sebastián de los Reyes) de la obra musical “Antoine”, basada en la vida del autor de “El Principito”.

La idea que lleva a escena Dario Regattieri e Ignasi Vidal, que escribe y dirige, conlleva sus riesgos pero logra su objetivo. Muestra en paralelo la historia de “El Principito” y la vida de Antoine Saint-Exupery identificando de forma poética y con extremada sensibilidad la relación personaje/autor. Un viaje que nos lleva de New York a Paris, de Paris a Casablanca, pasando por Buenos Aires para adentrarnos en la compleja personalidad de Antoine, un soñador vitalista que se irá encontrando con su personaje más conocido (El principito) que no es más que un reflejo de si mismo. El espectador se enfrenta a unos pasajes de ilusión y ensueño contra la realidad dramática del autor, cargados de simbología, como la rosa que sin duda es Consuelo o los “baobabs” que representan a los nazis. Si bien es cierto, que  algunas escenas esas transiciones lastran un poco el ritmo y parecen reiterativas, circunstancia que seguro se solventará cuando el montaje tenga más rodaje y sobre todo por el excelente trabajo de un elenco que es extraordinario. La dirección estamos seguros que no lo ha tenido fácil en un montaje que a primera vista parece sencillo y algo minimalista, incluso de pequeño formato, pero que no lo es, puesto que se debe alejar de una biografía al uso y de una historia, la de “El Principito”,  ya llevada a escena en muchas ocasiones para armar un universo simbólico entre fantasía y realidad.

Hay que destacar que uno de los factores de éxito del musical sin duda es la música compuesta por el grupo Elefantes y su líder Shuarma, que además da vida al Principito. Es notable como han logrado trasladar el universo de Antoine a las letras de las canciones repletas de poesía y delicadeza. Shuarma se ha impregnado de lo más hermoso de su personaje y con su voz, la inocencia y la sensibilidad se muestran como una rosa abierta que invade el patio de butacas.

El elenco, reitero, vuela muy alto, desde Javier Godino, como Antoine, que ofrece los vaivenes y sueños de un personaje complejo hasta Alberto Vázquez o Victor Massán que deben enfrentarse a varios personajes con enorme solvencia, pasando por una enérgica y potente Aida de la Cruz como Consuelo. Sin olvidar a Carmen Barrantes, Paula Moncada y Elías Pelayo que juegan en escena entre la vida del autor y sus sueños con grandes dosis de entrega.

Destacar sin duda la escenografía de Alessio Meloni, siempre acertada, donde juega con pocos elementos pero totalmente efectivos (una plataforma presidida por el planeta de El Principito, unas butacas, y poco más) donde las ilustraciones de Txiki López impregnan de vitalidad la escena junto a una cuidada iluminación de Felipe Ramos. Junto a todo ello el diseño de vestuario retrata perfectamente la moda de los años 40 y las ilustraciones “principescas” conocidas por el público.

En definitiva, un viaje al interior poético de Saint-Exupery que llenó el Teatro Guimerá, haciéndolo volar durante más de dos horas para finalizar con unos merecidos aplausos que inundaron el recinto.

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