“Smoking room” or “Nobody knows anyone”
El pasado fin de semana el Teatro Guimerá ofrecía una de las propuestas más esperadas de la temporada. Lleno absoluto en las dos funciones para “Smoking room“, con un elenco de quitar el hipo, compuesto de actores secundarios (en el cine) que en muchas ocasiones están por encima de los principales y que en España abundan mucho (y demos las gracias por ello).
La obra esta basada en la película del mismo título realizada en 2002 y que rápidamente se convirtió en film de culto. Roger Gual y Julio Wallovitz firmaban un guión excelente donde la prohibición de fumar en una sucursal española de una empresa americana era lo de menos, porque la cuestión principal versaba sobre los intereses individuales de cada personaje, en definitiva, el (a veces o siempre) escabroso mundo de las relaciones personales en el mundo laboral. Pasados quince años del estreno de la película, Gual consigue reunir un elenco de altura (donde repite Manuel Morón), reduciendo la historia a seis personajes que sostienen con firmeza el alma de la película: Miki Esparbé (Ramírez), Secun de la Rosa (Rubio), Edu Soto (Enrique), Manuel Morón (Armero), Manolo Solo (Fernández) y Pepe Ocio (Sotomayor) forman el variado elenco de la obra.
Tras la anunciada prohibición por los americanos, Ramírez inicia una recogida de firmas para habilitar una “Smoking room” en la empresa. Este, digamos, ¿atrevimiento?, lleva al espectador a descubrir una galería de personajes habituales en los lugares de trabajo, y quizás en la sociedad donde la envidia, las amistades ficticias, la desconfianza van a brillar de manera ascendente hasta un angustioso final para el protagonista. La obra discurre con diálogos casi siempre entre dos actores, y aquí es donde quizás hay un cierto desequilibrio entre la presencia de unos y otros, hay pocas escenas corales y en el caso de ciertos personajes nos quedamos con las ganas de saber un poquito más que esconden (como esa relación entre Armero y Sotomayor), son las subtramas que van en paralelo a la principal y que seguro podrían tener mucho potencial.
Pero desde luego el peso principal que sostiene el engranaje son los seis pedazos de actores que se suben al escenario. Empezando por un idealista Miki Esparbé, que de manera sobresaliente lleva un personaje con una evolución que sin duda es para quitarse el sombrero, o un Edu Soto con dos brillantes escenas (la relación con su mujer y el “duelo” que huele a “western” con Esparbé) donde navega entre la comedia, con diálogos que rozan el absurdo, y una violencia, casi sin sentido, defendiendo lo que es suyo. Y después, Secun de la Rosa, el empleado que aspira a un ascenso que nunca llega ofreciendo creo, la parte más tragicómica de la obra, un personaje que en principio nos puede dar pena, incluso sentirnos identificados, pero que al final peca de lo mismo que el resto. Manolo Solo, casi siempre acompañado de Edu Soto le da la réplica y usando la formula de la reiteración convierte las escenas en momentos lúcidos que el público aplaude. De Manuel Morón y Pepe Ocio eche en falta que aparecieran más en escena porque parece que tenían bastante que esconder (¿o no?). En el caso de Morón la escena con Esparbé es uno de los “momentazos” de la obra, y por otro lado esa llamada telefónica de Ocio al jefe nos llena de una inquietud desmesurada.
Aunque la escenografía es sencilla, con tres mesas de oficina y dos biombos que los actores manejan con agilidad para crear además de las oficinas, la sauna (del inicio) y los baños, queda bien resuelta sobre todo con un diseño de iluminación creado por David Picazo donde las barras de luz del techo cambian de color ajustándose al momento en cada escena (excelente la escena final con Esparbé teñida en rojo).
“Smoking room” nos muestra el “nadie conoce a nadie” haciendo pasar al espectador de la comedia al drama (más bien tragedia), con seis actores que si conocemos por sus trayectorias artísticas y que nos hacen disfrutar de este maravilloso arte que es el teatro. Por cierto y para acabar, nuestra más sincera felicitación a Manuel Morón y Manolo Solo que recogían este lunes los premios de la Unión de Actores por su trabajo en esta obra.

Saludo final de los actores en una de las funciones

