Soñar como elemento vital

 In Críticas

El sábado nos acercamos al Espacio Cultural la Pirámide de El Sauzal, se representaba la obra “Tal vez soñar” de Factoría Una Hora Menos. Aunque evidentemente, insistimos, en que el espacio no es adecuado (parece que después de verano ya estará abierto el remodelado Auditorio convertido en “Centro Insular de Artes Escénicas”) el esfuerzo no sólo de los actores si no también del equipo técnico por armar una escenografía con sus complejidades y agradeciendo que el dios “Eolo” no hizo acto de presencia, la asistencia a la función mereció la pena ante un montaje más que interesante.

El dramaturgo palmero, Antonio Tabares, ha armado un texto en tono de comedia, digamos comedia dramática, navegando entre esa fina línea entre la vida y la muerte, el sueño y la realidad. Nos cuenta la historia de Inma, interpretada por Marta Viera, que ha fallecido en la mesa de operaciones de un hospital pero que sigue apareciendo en los sueños de sus seres queridos, una conexión que continúa mientras existan lazos de amor y cariño, un mensaje que puede recordar a una película de otra factoría, la Disney, y que ganó el Oscar este año, “Coco“, aunque en “Tal vez soñar” se ahonda aún más en las relaciones interpersonales, en ese sentimiento de “¿como hubiera sido mi vida si…?”. La obra se desarrolla en cuatro escenas principales apoyándose en los seres más cercanos a la protagonista: El médico que la opera, su marido, su “amante” (en silencio) y su hijo, que interpreta  con gran solvencia Maykol Hernández, en una tarea algo incómoda porque tiene que anclarse a cada personaje para que el espectador vea que son distintos, ya que prácticamente no hay cambio de vestuario aunque si de elementos accesorios. En este viaje por el mundo de los sueños, donde el tiempo pasa de manera inexorable, Inma es consciente de que a pesar de morir joven, sus seres queridos la siguen echando de menos y que los sentimientos siguen estando presentes casi a flor de piel. Hay un personaje que servirá de guía para entender lo que le pasa a Inma, y que de manera sorprendente es más cercano a ella de lo cree en un principio, interpretado por un Miguel Ángel Maciel tierno y protector que nos emociona.

Sin duda uno de los grandes atractivos de la obra es la interpretación de Marta Viera, que en sus últimos trabajos ha navegado más en el drama (“Me llamo Suleiman“, “Siempre Alice” o “Las raíces cortadas“) y aquí da un salto a la comedia de “sentimientos” haciendo que siga creciendo como actriz, convertida para mí en una de las mejores actrices del panorama canario. Los tránsitos por los que pasa Inma (angustia, rabia, impotencia, ternura, compasión, comprensión,…) son tomados por Viera como propios llevando al espectador a un carrusel de emociones que culmina en dos escenas que me han conmovido especialmente, cuando habla con su hijo y sus miedos a la realidad, y luego cuando vuelve a sonar, pero esta vez cantado por la voz rota de Viera ese inolvidable “Moonriver” de Henry Mancini, que pone los pelos de punta.

Y la puesta en escena no puede ser más apropiada. Mario Vega utiliza unos telones que crean ese mundo onírico el cual no sabemos realmente donde está y como es, añadiendo algunos elementos como la camilla del quirófano o ese carrito/silla de ruedas tan especial de “San Pedro”, junto a una iluminación (de Ibán Negrín) que destaca en los momentos más emotivos de la obra, a pesar de que hubieran algunos fallos en este aspecto que me imagino serían solventados en otro espacio. Las proyecciones vuelven a ser utilizadas en un montaje de Una Hora Menos, a cargo de Juan Carlos Cruz, aquí ajustadas a momentos puntuales de la propuesta escénica, como al inicio donde nos muestran una animación impecable que recuerda otra vez a Disney, pero en esta ocasión a la maravillosa “Up“, y luego una serie de imágenes que sirven para llevarnos a lugares distintos de la historia que para nada recargan la escena haciendo que su resultado sea un trabajo delicado y preciso.

En definitiva, “Tal vez soñar” es la vida real disfrazada de cuento donde desde luego, los sueños son una parte esencial y vital de la misma porque irremediablemente están conectados a ella a través de nuestras relaciones y emociones con los demás, con los que nos quieren y nos protegen, incluso con los que para bien o para mal han pasado por nuestras vidas.

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