“West Side Story”: El clásico y un sueño americano
Se anuncia como uno de los mejores musicales de todos los tiempos y es rotundamente cierto. Una obra portentosa donde tres maestros se encontraron: Leonard Bernstein (música), Stephen Sondheim (letras) y Jerome Robbins (coreografías) para crear una maravilla que habita en el corazón de millones de personas, por lo que su disfrute se convierte en una montaña rusa de emociones.
La historia conocida por todos cuenta la lucha de dos bandas en el New York de los 50, una lograda adaptación de “Romeo y Julieta” de Shakespeare donde los “capuletos” y “montescos” pasan a ser americanos, o más bien una primera generación de inmigrantes (polacos) y puertorriqueños, denominados los “Jets” y los “Sharks”, respectivamente . En medio de esta lucha por el territorio nace el amor entre Tony y María, convirtiéndose en el argumento principal de la historia por el que navegan temas de gran calado social como la inmigración, la igualdad de género o la violencia. A ello se suman unas canciones memorables que están perfectamente integradas en la historia y cobran un significado especial.
La versión que hemos visto en el Auditorio de Tenerife y que ofrece Som Produce es excelente por muchas razones. David Serrano se ha encargado de adaptar fielmente el libreto sobre todo en unas canciones que consiguen transmitir todo el sentido de la historia. Federico Barrios, al que ya entrevistamos en Mardteatro, ha adaptado perfectamente al espacio escénico las coreografías de Robbins aportando una fuerza que desgarra y que se torna sensible en muchos momentos. Esta claro que el trabajo y esfuerzo de los meses previos al estreno sumado a la temporada en Madrid han merecido la pena, en un musical que han perfeccionado dignificando su significado. Si acaso puede sorprender el icónico “América” donde el enfrentamiento sobre el sueño americano entre los puertorriqueños (hombres a un lado y mujeres a otro) se sintetiza en un empoderamiento de lo femenino que eleva el protagonismo de la mujer en el musical.
Cuestión a parte, la escenografía, simplemente grandiosa. Ricardo Sánchez Cuerda ha trasladado a escena el Upper West Side con maestría creando un laberinto de edificios, ventanas, escaleras,…que junto a piezas móviles como el bar de Doc, la tienda de Anita o el maravilloso puente logran trasladarnos casi de forma instantánea a New York de los 50. Por supuesto la iluminación de Carlos Torrijos y Juan Gómez Cornejo logran que la escenografía se encumbre a cotas sublimes como en la escena de lucha en el puente o el dúo de Tony y María en la terraza.
El elenco elegido desde luego todo un acierto. Empezando por Tony, interpretado con enorme sensibilidad por Javier Ariano, al que su experiencia actoral en La Joven Compañía sumado a una voz llena de emoción le sirven para ofrecernos una más que notable actuación junto a Talia del Val (María), una de las grandes intérpretes de musicales de este país (“La bella y la bestia” o “Los Miserables”) que con una voz poderosa nos brinda grandes dosis de ternura y sensatez. Sorprende Silvia Álvarez que lleva al extremo el carácter racial y vigoroso de Anita. Su interpretación con Talia del Val en la habitación, a dos voces, es sobresaliente y la convierte en una escena para el recuerdo. Una lista de actores y bailarines de gran nivel, unos “jets” y unos “sharks” enfrentados durante todo el montaje capitaneados por unos vigorosos Bernardo y Riff (Oriol Anglada y Victor González) que ofrecen todo su talento en escena.
En definitiva, un musical por el que sentimos enorme admiración y que con una buena dosis de calidad y fidelidad tendrá el privilegio de estar en la memoria de miles de espectadores que han podido disfrutar el auténtico sabor americano del West Side. Aún quedan muchas ciudades donde volver a vivir esa quimera que retumba en nuestras cabezas, para despertar luego y entender que no todo es posible en América.